Hace unos días en nuestras redes sociales, hicimos referencia a un tema que fue trending topic en Twitter durante el año pasado, donde muchos comentaron sobre las actitudes que son típicas de un mal jefe. Sin embargo, nos inclinamos a pensar que en el mundo laboral existen matices, no todos los “malos jefes” disfrutan serlo, de hecho apostaríamos que algunos ni siquiera se han dado cuenta que su comportamiento calza con esa clasificación.
Por supuesto, habrá quienes sí se hayan sentido aludidos y al mismo tiempo perdidos, con el empuje de cambiar, pero sin tener muy claro cómo pasar de ser un #TipicoMalJefe a un verdadero líder. Por eso, nos preguntamos, ¿y si en lugar de sólo sumarnos a la crítica destructiva, damos un paso hacia adelante y apostamos por todos aquellos que saben que deben cambiar, pero desconocen cómo empezar?.
Decidimos seguir la segunda opción, por lo que hemos preparado una serie de recomendaciones para ellos:
Intégrate: un jefe que no se interese por la gente que conforma su equipo, a nivel humano, tendrá problemas desde el principio. No se trata de volverte confidente o psicólogo, sólo recuerda siempre que son personas, no máquinas ni números. Tómate el tiempo de conocerlos y mantener reuniones con cada uno, escúchalos con verdadera atención.
Impulsa: reconoce el talento de cada persona, todos quieren crecer profesionalmente y mejorar sus competencias, si eres capaz de darte cuenta de quién está estancado y ayudarlo a desarrollar su potencial, seguro ya no serás un #TipicoMalJefe
Inspira: por lo general, la gente suele resistirse a los cambios, pero una empresa sin innovación, tarde o temprano morirá. Por ello, debes alentar los cambios, motivar a tu equipo a reinventarse cada vez que sea necesario y para eso, tú debes ser el primero en creer que esos cambios, de verdad, funcionaran.
Retroalimentación: reconoce los logros de tu equipo, y felicítalos cuando lo merezcan, al mismo tiempo desarrolla tu habilidad para manejar las verdades incómodas; la gente talentosa prefiere un comentario honesto y no una mentira piadosa, si algo está bien; dilo, si no lo está; también dilo.
Delega: cuando lo haces, dejas en claro que confías en las capacidades del otro. Dales la oportunidad de mostrarte y mostrarse a sí mismos que pueden tomar decisiones importantes aunque tú no estés, así se forman los equipos más autónomos y eficientes.
Capacítate: nunca dejes de aprender y ampliar tus conocimientos y experiencias tanto profesionales como personales. Rompe con el viejo dicho de “el que sabe, sabe y el que no… es jefe”. Da el ejemplo y sé alguien a quien imitar, pero cuida de no querer “parecer” más de lo que en verdad eres, sé humilde y cercano.